jueves, 25 de noviembre de 2010

Respuesta equivocada

No era lo que esperaba oír.

Es de madrugada, por ahora no hay nadie con quien pueda hablar y desahogarme. Ni siquiera recuerdo en dónde quedó mi abandonadísimo diario. Lo siento blogger, serás mi catarsis.

Ahora estoy segura de que estoy enamorada. Pero no hay solución. Es mal de amores. Resulta demasiado irónico que hasta ahora me haya percatado de ello. Casi risible.

Me dije a mí misma "Es mejor decir -Lo intenté- a -¿Qué hubiera pasado?-" Y lo intenté. Era la última oportunidad. La última carta. No era un as, pero mi tonto corazón guardaba con anhelos inocentes un suspiro de esperanzas. Una pizca de suerte. Una estrella fugaz. Un deseo a la luna. Mi propio pequeño pedazo de Cenicienta. Mi jardín secreto. Aunque el hechizo se hubiera roto al sonar las doce, ese trozo de sueño cumplido por un instante me habría bastado para guardar la dicha de un día perfecto, de mi círculo de felicidad momentánea, cautivo en mi memoria por siempre. Pero ni un atisbo de ilusión de hadas pudo contra el inevitable viento.

¿Cómo saco todos estos estúpidos sentimientos? Un nudo en la garganta no me deja respirar. Pero ese nudo no es por lo que debiera ser. Digo adiós a un ciclo demasiado especial, importante y dichoso de mi vida. Abrazo memorias, amigos, recuerdos, esfuerzo, sudor y sangre. Y sin embargo, mis lágrimas se derraman por otro motivo que pareciera insignificante.

Mañana será uno de los días más memorables de mi vida. Y tú no estarás ahí. Estaba consciente que no te agrada todo eso. Pero albergaba la inútil esperanza de que pensarías un poco en lo que implica para mí. Es como dijo Charly "alguien que baile contigo aunque no le guste, sólo porque a ti te gusta bailar." Aunque también como dice Sara, tú ya no tienes ninguna oblicación. Pero eso yo ya lo sabía, por eso, aunque vinieras, nunca esperé que te quedaras. Ni toda la noche, ni en mi vida. Pero quería saberte ahí. Quería vivir un eufemismo por una noche. Contigo, con mis amigos, con todos ahí. Tus palabras vacías no sirven de nada. Tus felicitaciones inexpresivas. Tu supuesta presencia lejos de reconfortarme, me atormenta. ¿Sabes? Hace tanto, tanto que no me siento plenamente feliz. La alegría escapa de mis manos como mariposa efímera, como granos de arena entre los dedos. Estoy harta de luchar con tu recuerdo. Ha pasado demasiado tiempo, mas no logro sacarte de aquí dentro.

Por eso hoy borré todo atisbo de ti más mí. De nosotros.

Si el destino no se interpone en mi lucha, dentro de poco podré desplegar por completo las alas y volar tan lejos de este plano, que, quizás, con un poco de suerte, podré olvidarlo.

Pero mientras tanto ¿qué hago?

Mañana quiero llorar por las razones correctas. Quiero derramar lágrimas de alegría, de satisfacción y nostalgia. No lágrimas lloradas a ti.

Estrella azul que me miras por la ventana, dime ¿Qué hago? ¿Podrías tocar mi cabeza e inundarla de amnesia? ¿podrías dormirme en un dulce sueño donde todo desaparezca?

A veces me pregunto por qué sucede todo esto. No entiendo qué hice mal como para cruzarme en tu camino.

Es hora de cerrar los ojos y también el cajón de las ilusiones. De esconder mi propio espejo de Oesed en algún lugar arrinconado del mundo, donde nadie nunca lo pueda recuperar. Es hora de terminar ciclos.

Fue la respuesta equivocada. Lo peor es que te conozco, y podría apostar que no tienes ni la más remota idea No imaginas siquiera la magnitud que tu pequeña respuesta provocó. Pero debo atenerme a las consecuencias.

Porque mañana, mañana, mañana... Mañana muy pronto será hoy.